tat...

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T.

viernes, 1 de octubre de 2010

saliendo con otra...

Decir a tiempo...

Después de 21 años de matrimonio, descubrí una nueva manera de mantener viva la chispa del amor.

Desde hace poco había comenzado a salir con otra mujer, en realidad había sido idea de mi esposa.

Tú sabes que la amas –me dijo un día, tomándome por sorpresa. La vida es demasiado corta debes dedicarle tiempo. Pero yo te amo a ti –protesté-.

Lo sé. Pero también la amas a ella.

La otra mujer, a quien mi esposa quería que yo visitara, era mi madre, quien era viuda desde hacía 19 años, pero las exigencias de mi trabajo y mis tres hijos hacían que sólo la visitara ocasionalmente.

Esa noche la llamé para invitarla a cena y al cine.

-¿Qué te ocurre? ¿Estás bien? –me preguntó-. Mi madre es el tipo de mujer para quien una llamada tarde en la noche, o una invitación sorpresiva es indicio de malas noticias.

-Creí que seria agradable pasar algún tiempo contigo –le respondí- Los dos solos.

Reflexionó sobre ello un momento.-Me gustaría muchísimo- dijo.

Ese viernes mientras conducía para recogerla después del trabajo, me encontraba nervioso, era el nerviosismo que antecede a una cita… y ¡Por Dios!, cuando llegué a casa, advertí que ella también estaba muy emocionada con nuestra cita. Me esperaba en la puerta con el abrigo puesto, se había rizado el cabello y usaba el vestido con que celebró su último aniversario de boda, su rostro sonreía e irradiaba luz como un ángel.

Les dije a mis amigas que iba a salir con mi hijo, y se mostraron muy impresionadas, me comentó mientras subía a mi auto. No pueden esperar a mañana para escuchar acerca de nuestra velada.

Fuimos a un restaurante no muy elegante, pero sí acogedor, mi madre se aferró a mi brazo como si fuera “La Primera Dama”. Cuando nos sentamos, tuve que leerle el menú. Sus ojos sólo veían grandes figuras.

Cuando iba por la mitad de las entradas, levanté la vista; mamá estaba sentada al otro lado de la mesa, y me miraba. Una sonrisa nostálgica se delineaba en sus labios.

-Entonces es hora de que te relajes y me permitas devolver el favor –respondí-.

Durante la cena tuvimos una agradable conversación, nada extraordinario, sólo ponernos al día con la vida del otro. Hablamos tanto que nos perdimos el cine.

-Saldré contigo otra vez, pero si me dejas invitar –dijo mi madre cuando la llevé a casa.

Asentí.

-¿Cómo estuvo tu cita? – quiso saber mi esposa cuando llegué aquella noche

-Muy agradable… mucho más de lo que imaginé…-Contesté.

Días más tarde mi madre murió de un infarto masivo, todo fue tan rápido, no pude hacer nada. Al poco tiempo recibí un sobre con copia de un cheque del restaurante donde habíamos cenado mi madre y yo, y una nota que decía: “La cena la pagué por anticipado, estaba casi segura, de que no podría estar allí, pero igual pagué dos platos, uno para ti y otro para tu esposa, jamás podrás entender lo que aquella noche significó para mí. Te amo”.

-En ese momento comprendí la importancia de decir a tiempo “Te amo” y de darle a nuestros seres queridos el espacio que se merecen; nada en la vida será más importante que Dios y tu familia, dales tiempo, porque ellos no pueden esperar.


el collar turquesa

EL COLLAR TURQUESA

Un hombre que estaba tras el mostrador, miraba la calle distraídamente.

Una pequeña niña de 8 años llegó a la tienda y apretó su naricita contra el vidrio de la vitrina. De pronto, sus ojos de color del cielo brillaron cuando vió aquello que estaba buscando. Pidió ver el collar de turquesa azul.

- Es para mi hermana. ¿Puede hacer un paquete bien bonito?, dijo al hombre del mostrador.

El dueño del negocio miro desconfiado a la niña y le preguntó:

- ¿Cuánto dinero tienes?

Sin dudar, ella sacó del bolsillo de su ropa un pañuelo todo atadito y fue deshaciendo los nudos. Los colocó sobre el mostrador y dijo feliz:

- ¿Eso da?

Eran apenas algunas monedas que ella exhibía con orgullo.

- Sabe, continuó, quiero dar este regalo a mi hermana mayor. Desde que murió nuestra madre, ella cuida de nosotros y no tiene tiempo para ella. Es su cumpleaños y estoy convencida que estará feliz con este collar que es del color de sus ojos.

El hombre fue para la trastienda, colocó el collar en un estuche, envolvió con un vistoso papel rojo e hizo un trabajado lazo con una cinta verde.

- Tome -dijo a la niña-. Llévelo con cuidado.

Ella salió feliz corriendo y saltando calle abajo. Aún no acababa el día, cuando una linda joven de cabellos rubios y maravillosos ojos azules entró en el negocio.

Colocó sobre el mostrador el ya conocido envoltorio deshecho y preguntó:

- ¿Este collar fue comprado aquí?

- Sí señora, respondió el dueño

- ¿Y cuánto costó?

- ¡Ah!. El precio de cualquier producto de mi tienda es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente.

- La joven continuó: Pero mi hermana tenía solamente algunas monedas. El collar es verdadero, ¿no? Ella no tenía dinero para pagarlo.

El hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio con extremo cariño, colocó la
cinta y lo devolvió a la joven diciéndole:

- Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar. ELLA DIO TODO LO QUE TENIA.

fraynelson.com

tati: si conocieras cómo te amo...

si conocieramos de verdad como nos ama el Señor, no estariamos buscando por otro lado la felicidad.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

si conocieras cómo te amo...

Si conocieras cómo te amo…
Si conocieras el amor que Dios te tiene…
Si descubrieras lo que Él te quiere regalar…
Si conocieras cómo te amo,
dejarías de vivir sin amor.
Si conocieras cómo te amo,
dejarías de mendigar cualquier amor.
Si conocieras cómo te amo,
serías más feliz.
Si conocieras cómo te busco,
dejarías que te alcanzara mi voz.
Si conocieras cómo te busco,
dejarías que te hablara al corazón.
Si conocieras cómo te busco,
escucharías más mi voz.
Si conocieras cómo te sueño,
me preguntarías lo que espero de ti.
Si conocieras cómo te sueño,
buscarías lo que he pensado para ti.
Si conocieras cómo te sueño,
pensarías más en mí.
                             
              Hna. Glenda